
Cuando intentas buscarle sentido a las cosas sobre las que no tienes control, te mueves en un círculo vicioso en el que la única salida es el tiempo. Dicen que el tiempo lo cura todo. De momento no me lo creo. Ya lo diré dentro de un par de años, tiempo máximo de duelo según una terapeuta irlandesa a la que le gusta charlar sobre ritos fúnebres y vacaciones exóticas -cualquier destino con sol y sin probabilidad de lluvia es exótico... Ya me estoy yendo por los cerros de Úbeda (provincia de Jaén).
Como decía, no tengo muy claro, de momento, que el tiempo cure el vacío que una pérdida deja en medio del pecho. Supongo que la clave es aprender a vivir, de nuevo, con ese dolor, hacerlo cotidiano e ir aceptándolo hasta el punto de que ver fotos no remueva la rabia y la desesperación de los primeros minutos. Aceptar la nueva situación y reorganizar las piezas de un puzle incompleto de la mejor manera que la vida nos enseñe.
Los cafés y los cumpleaños ya no son lo mismo, ni las cenas improvisadas con productos de la tierra. Ni las sesiones de "retail therapy", ni las compras en Penneys, ni las fiestas y sus preparativos. Ni los descubrimientos de cafés nuevos en el centro de Limerick. Ni las escapadas en el trabajo de veinte minutos a la segunda planta para enseñarnos los modelitos y el maquillaje -yo hacía el amago de volver a mi mesa y ella me preguntaba algo nuevo para quedarme otro rato,"oye, no te vayas, espera un momento" me decía, "Natalia, un día de estos me echan, que llevo veinte minutos aquí", yo contestaba, "¡que no tonta!, oye cuéntame, cómo te has echo eso en los ojos... yo quiero que me maquilles", me respondía con su dulce acento murcianico.
Todo eso se acabó de golpe, un miércoles a las 11 de la mañana. Y por primera vez en mi vida supe qué significaba que la casa se te cayera encima.
Cuando intentas encontrale el sentido a las cosas sobre las que no tienes control, te sientes como un perro intentando morderse la cola.
Cuando te rompen los esquemas, es mejor no buscarle sentido a nada. Sólo esperar silencioso a que el mundo deje de dar vueltas, a que se pare y podamos reconstruirlo con los pedazos que quedan en el suelo.
Namaste
Pd. Te echo de menos todos los días, Zagalica, aunque te siento a mi lado, dándome fuerzas con tu amor y tu belleza.
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